Hace diez años que me dedico a
asesorar como abogado a empresas en asuntos fiscales, mercantiles y
administrativos. Desde el año 2009 he visto crecer entre mis clientes a jóvenes
empresarios y emprendedores en un país que, seamos francos, no se lo pone nada
fácil.
Emprender en España y en Santiago
de Compostela en particular, más que una carrera de fondo plagada de obstáculos,
como algunas personas lo definen, es más bien, una inconsciencia o, si se
quiere, una heroicidad (término que per
se siempre implica cierto grado
de inconsciencia). Si alguien fuera realmente consciente de qué significa la
palabra emprendimiento en España probablemente se tirase del barco antes de zarpar.
Por este motivo cada uno de nuestros emprendedores, desde
aquel que abre un bar de tapas hasta el que crea la más novedosa de las start ups, es un héroe. Y como tal
debería ser considerado, tratado y apoyado.
No debemos perder de vista que en 2014 el 99,88 % de la empresas
existentes en España son Pymes (entre 0 y 249 trabajadores), fundadas en su día
por uno o varios emprendedores.
Por tanto, son los emprendedores,
quienes con su particular “locura” crearán los puestos de trabajo del futuro tan
necesarios hoy en día. Ninguna política, del signo que sea, creará riqueza, ni
empleo. Simplemente pondrá más o menos obstáculos en el camino de nuestros héroes.
Partiendo de esta premisa no pensemos
que está todo perdido. He dicho que emprender es una “locura” no un suicidio
que nos conduzca a una muerte segura (metafóricamente hablando). A partir de esta idea inicial hablaré en todo
momento como asesor jurídico empresarial y emprendedor. De esta forma mezclaré
el análisis de las normas que afectan a los emprendedores con mi propia
experiencia personal.
Así que nada de lo que diga puede ser tomado como una verdad absoluta
aplicable al mundo del emprendimiento. No es mi intención, ni tengo la formación
necesaria para ello. Ni mucho menos soy un “gurú” de los que proliferan en
distintos foros que aseguran tener la llave mágica para abrir todas las puertas
que el emprendedor encontrará cerradas.
Esa es una cosa que todo
emprendedor debe saber desde un primer momento. En su camino encontrará
distintas personas que yo califico como “vende humos”, que tratarán de
aprovecharse de su ilusión y de su predisposición al pago (un emprendedor nunca deja de pagar una
factura porque valora el trabajo ajeno tanto como el suyo propio) para hacerle ver que hay
fórmulas mágicas hacia el éxito. Estos vendedores de fantasía han encontrado su
particular “pelotazo” como otrora lo hicieran decenas de nuevos constructores,
sin oficio pero con mucho beneficio, en el ladrillo.
Es importante para el emprendedor
saber identificar a este tipo de personas y deshacerse de ellas rápidamente.
Estas personas son,
afortunadamente, las menos. Por el contrario, nos encontraremos con excelentes
profesionales que harán que nuestro proyecto crezca, que nos llenarán de
optimismo y nos darán la formación que todo emprendedor necesita en diversos
ámbitos: desde el financiero hasta el comercial pasando por el estratégico.
El emprendedor no puede nunca
dejar de lado la formación continua ya que se encuentra en un proceso constante
y crecimiento personal y profesional. Tal es así que las grandes compañías
reinvierten parte de sus beneficios en la formación de sus empleados y
directivos.
En Santiago de Compostela tenemos
la suerte de contar con excelentes profesionales que nos dotarán de estas
habilidades para hacer que nuestro proyecto empresarial llegue a buen puerto.
Además de lo anterior en Santiago
contamos con varias administraciones públicas volcadas con los emprendedores,
conscientes de su importancia como agentes sociales y económicos de nuestra
ciudad.
Desde el Concello de Santiago (a
través de Cersia Empresa o Santiago Urbana Norte) hasta el Instituto Galego de
Promoción Económica (IGAPE), pasando por la Cámara de Comercio, el emprendedor
cuenta con numerosos cursos de formación especializados que le resultarán de
gran utilidad: cómo realizar un plan de empresa o un análisis DAFO, cursos de
marketing, digital, posicionamiento SEO, entre otros muchos.
Últimamente me ha llamado
gratamente la atención el servicio ofrecido por el Concello denominado
“laboratorio de prototipado empresarial” que permite a los emprendedores
realizar un simulacro de cómo funcionaría su idea en el mercado, lo que evita
arriesgar el dinero en una idea que podría no tener futuro a la vez que nos
muestra el camino por donde tenemos que andar una vez que hayamos decidido
llevar nuestro proyecto del ordenador o la tableta al mundo real.
Asimismo estas administraciones nos
brindan diversas ayudas. Existen ayudas a determinados colectivos, como es el
caso de mujeres empresarias. O ayudas económicas de diversos tipos. Por ejemplo,
el Concello destina ayudas hasta 35.000 € para la creación de nuevas
empresas.
Incluso la propia cámara ofrece
un servicio de mediación para resolver conflictos sin tener que llegar al
Juzgado.
Es decir, nos ayudarán en todas
las fases que atraviese nuestra empresa. Desde el momento de llevar a la
práctica nuestra idea, hasta consolidarnos en un mercado determinado y crecer
dentro del mismo. Igualmente nos ayudarán a ser más competitivos en nuestro
sector y, si así lo queremos, a llevar a nuestra empresa más allá de nuestras
fronteras, a través de un proceso de internacionalización.
De igual manera si no contamos
con una sala de reuniones para recibir a
nuestros clientes o un aula donde dar una charla podemos alquilar una a la
Administración o a alguno de los diversos espacios de coworking que nuestra ciudad alberga.
No me extiendo más en este
aspecto puesto que toda la información se encuentra en cualquiera de las
páginas de los distintos organismos.
Por tanto, vemos que la
Administración hace un esfuerzo, quizás insuficiente, pero ahí está y loable,
en todo caso, para apoyar el emprendimiento consciente de su importancia en el
desarrollo de un país.
Y digo quizás insuficiente porque
en la práctica nos encontraremos con multitud de trámites burocráticos y con un
deambular, innecesario en nuestros días, de oficina en oficina que nos hará
sentir como el protagonista de las 12 pruebas de Astérix a punto de enloquecer
al enfrentarse a trámites burocráticos sin fin.
Se echa en falta una cultura
emprendedora, lo que se refleja en estos trámites interminables y en otro de los
grandes obstáculos que todo emprendedor encuentra en su camino: el pago de
cuotas a la Seguridad Social a través del régimen de autónomos.
Algunos de nuestros vecinos
europeos, como es el caso inglés además de facilitar el hacerse autónomo en
cinco sencillos pasos online, gozan
de un sistema de seguridad social para los autónomos que tiene en cuenta la
facturación, de forma que un emprendedor que inicie su actividad y gane menos
de 7.775 (9.802,07 €) al año abonará una cuota fija de seguridad social (National
Insurance contribution) de 2,7 libras (3,4 €) a la semana.
Hasta la última modificación
introducida en 2013, un autónomo que iniciaba su actividad pagaba un mínimo de unos
250 € salvo que se tratara de una cuota bonificada por la edad en cuyo caso se
abonaba la suma de 180 € en concepto de cotización a la Seguridad Social.
En febrero del año 2013 se
introdujo una “tarifa plana” de 50 € a los autónomos que iniciaban su
actividad, siempre y cuando fueran menores de 30 años. Posteriormente el 28 de
septiembre del mismo año (tras la
aprobación de la Ley de emprendedores) esta cuota se amplió a todo autónomo que
iniciase su actividad, siempre y cuando cumpliese con unos determinados
requisitos: no haber estado dado de alta como autónomo en los cinco años
anteriores o no tener empleados.
Posteriormente la Tesorería
General de la Seguridad agregó por medio de interpretaciones tres requisitos de facto: no ser administrador de una
sociedad mercantil, no haber recibido anteriormente una bonificación de la
Seguridad Social como autónomo (aunque hubiesen transcurrido más de cinco años)
y no ser autónomo colaborador (régimen especial de la Seguridad Social que se
aplica a los familiares de los autónomos).
De tal forma, en la actualidad la
“tarifa plana” queda fijada de la siguiente manera: durante los primeros 6
meses se abona la suma de 53,07 €, entre el mes 7 y el 12 se abona la suma de
un 80 % de reducción con respecto a la cuota ordinaria, 131,36 € (un 50 % de
reducción con respecto a la cuota ordinaria) y entre el mes 13 y el 18 183,55 €
(un 30 % de reducción con respecto a la cuota ordinaria).
Con este nuevo sistema se alivia
un poco el coste económico de inicio de actividad, ya que para un emprendedor,
generalmente, el pagar a la Seguridad Social suponía un lastre muy importante a
la hora de poder desarrollar su proyecto empresarial. Aun así lo considero
insuficiente.
Lo deseable sería un sistema similar
al inglés donde el autónomo abone a la Seguridad Social una cuota directamente
proporcional a su facturación y, si se quiere, goce de una reducción de cuotas
en los primeros años de actividad.
En este aspecto y, en otros
muchos, se observa la importancia de que los emprendedores y empresarios aúnen
esfuerzos y los canalicen a través de movimientos asociativos. La denominada
“tarifa plana” de autónomos no es sino fruto de la presión que han realizado
los empresarios en los últimos tiempos al Gobierno para que fuera consciente de
que estaba poniendo la soga en el cuello del San Bernardo que viene al rescate
en mitad de una ventisca de nieve.
Nuestros gobernantes parecieron
despertar y, conscientes de la importancia económica y social del emergente
movimiento emprendedor, aprobaron en 2013 la conocida como Ley de emprendedores,
la cual además de la aprobación de la “tarifa plana” de autónomos establecía
otra serie de medidas favorables a nuestros jóvenes empresarios tales como el
IVA de caja que permite a los empresarios que se acojan a este régimen no adelantar
el IVA hasta que no haya sido efectivamente cobrado.
Igualmente esta Ley creó la
figura del emprendedor de responsabilidad limitada, el cual no debía responder
con sus bienes propios (en este caso su vivienda) de sus deudas hasta un límite
de 300.000 €, se reguló el visado de emprendedores para aquellos extranjeros
que quisieran emprender en España, se instauró la figura de Sociedad Limitada
de formación sucesiva, en la que no hay que aportar un capital mínimo, al
contrario de lo que ocurre con una S .L. ordinaria, y se establecieron diversos
incentivos fiscales.
Sin dejar de ser una buena
noticia que se regule una actividad tan importante en nuestro país como el
emprendimiento y se aprueben medidas de fomento
de la misma, después de un año los frutos no han sido los esperados. Por
ejemplo, la contratación no ha crecido todo lo esperado, pese a que la Ley
contenía medidas para abaratar la misma. En mi opinión estas medidas han sido
insuficientes y en la actualidad la contratación en España sigue siendo
demasiado costosa para un empresario en comparación a otros países.
Pero debemos quedarnos con algo
muy positivo: nuestros jóvenes empresarios además de ser los más y mejor
formados de la historia cuentan con el panorama más alentador que nunca ha
tenido este país para abrir una empresa: una ley que por primera vez los tiene
en cuenta y unas ayudas por parte de la Administración desconocidas hasta
ahora.
Este nuevo escenario, plagado de normativa
cambiante y diversas ayudas, hace imprescindible dos cosas: por un lado, que el emprendedor cuente con un
buen asesoramiento a todos los niveles y, por el otro, que coopere con otros emprendedores durante
toda la vida de su empresa.
Con respecto a la primera de las
cuestiones, todo emprendedor que se precie y pretenda convertirse en un
empresario consolidado debe contar con un asesoramiento especializado. Pero
debe estar alerta ya que, al igual que en materia formativa surgieron los “vende
humos”, a nivel de asesoramiento nos encontraremos con una amalgama de empresas
que se ofrecen como asesoras de empresarios y emprendedores pero carecen de la
formación y experiencia necesarias para ello. Conscientes de este hándicap
estas empresas tratarán de atraer al emprendedor con precios bajos y numerosos
servicios, lo cual es incompatible.
El emprendedor debe contar con un
socio estratégico que le asesore financiera, tributaria y jurídicamente en un mundo de normas
cambiantes y que le evite quebraderos de cabeza innecesarios, permitiéndole centrarse
en la actividad empresarial. El emprendedor que no sea capaz de ver esto o que
escatime recursos en tal esencial labor está abocado al fracaso. Piénsese, por
ejemplo, en que una sanción en materia
de protección de datos puede ascender a varias decenas de miles de euros lo que
conlleva el cierre seguro de cualquier empresa que esté en los primeros años de
actividad.
El segundo de los aspectos al que
hacía referencia es el del asociacionismo, entendido en el sentido no
estrictamente de pertenencia a una asociación, sino en el amplio de
cooperativismo.
Hay un dicho que reza “si quieres ir rápido ve solo, si quieres ir
lejos ve acompañado”. Hoy en día estas palabras son más aplicables que
nunca. Vivimos un cambio de paradigma. Hace unos años la actividad empresarial
se entendía como mera competencia entre empresas con el único objetivo de
llegar a un crecimiento exponencial sin límite.
Hoy en día ese escenario se ha
visto superado. Lo que se busca ahora es el crecimiento sostenible de nuestras
empresas y no solo desde el punto de vista económico sino también social y mediombiental.
De ahí el surgimiento de nuevos
conceptos antes impensables como la Responsabilidad Social Corporativa,
entendida como la contribución de las empresas al mejoramiento social,
económico y ambiental. Este concepto hace que una empresa sea más competitiva
(según la nueva connotación que ha alcanzado este término) y otorga un valor
añadido a la misma.
Los orígenes de la RSC se remontan
al S XIX y están estrechamente ligados a los conceptos de cooperación y
asociacionismo. En este siglo algunos empresarios industriales en Europa y
EE.UU. comenzaron a preocuparse por el bienestar de sus empleados. Asimismo
surgieron grupos que consideraban poco ético que algunas empresas obtuvieran
beneficios con industrias dañinas como el alcohol o tabaco.
Actualmente términos como economía
social o empresa socialmente responsable no nos son ajenos. Es patente el auge
que están experimentando las cooperativas
o las empresas de trabajo asociado como modelos de empresas socialmente
responsables y con un crecimiento sostenible.
Hasta tal punto es así que en
España se aprobó en hace tres años la
Ley 5/2011 de 29 de marzo de economía social, norma sin precedentes en nuestro
ordenamiento. El artículo 2 de la citada
norma establece el concepto de economía social y la define como “el conjunto de actividades económicas y
empresariales, que en el ámbito privado llevan a cabo aquellas entidades que,
de conformidad con los principios recogidos en el artículo 4 persiguen bien el
interés colectivo de sus integrantes, bien el interés económico o social o
ambos.”.
Los referidos principios (Art. 4)
son los siguientes: A) Primacía de las personas y del fin sobre el capital, que
se concreta en gestión autónoma y transparente, democrática y participativa,
que lleva a primar la toma de decisiones más en función de las personas y sus
aportaciones de trabajo y servicios que en relación a sus aportaciones al capital. B) Aplicación de los resultados de la
actividad económica en función del trabajo aportado por los socios o, en su
caso, al fin social objeto de actividad C) Promoción de la solidaridad interna
y con la sociedad que favorezca el compromiso con el desarrollo local, la
igualdad de oportunidades, entre hombres y mujeres, la cohesión social, la
inserción de personas en riesgo de exclusión social, la generación de empleo
estable y de calidad, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y
la sostenibilidad y la sostenibilidad y D) La independencia respecto de los
poderes públicos]
Frente al aislamiento que
imperaba hace años a todos los niveles hoy se tiene más conciencia que nunca de
un entorno que hay que proteger a todos los niveles. Y así se desprende de la
lectura del IV Plan Director de la Cooperación Española 2013-2016 aprobado en
el contexto de los Objetivos de la Declaración del Milenio firmada por los
miembros de UN y que tiene como objetivos, entre otros, reducir los niveles de extrema pobreza,
fomentar la educación, la salud, los derechos de las mujeres o la protección
del medio ambiente.
Y lo mismo ocurre a nivel
empresarial. Además de intentar alcanzar los objeticos que busca la RSC, las empresas
son conscientes (y por tanto todo emprendedor que aspire a ser empresario tiene
que serlo) de que el paradigma de la competitividad y rivalidad extrema, que
busca el crecimiento infinito, es un sistema insostenible abocado al fracaso.
Por ello cada vez son más las empresas que cooperan bien con empresas de su
mismo sector o bien con empresas de un sector diferente.
Pensemos, por ejemplo, en que la
cooperación puede llevar a que una empresa pueda internacionalizarse de forma
menos costosa y reduciendo la incertidumbre si coopera con una empresa de otro país que le ayude a introducirse en el nuevo
mercado.
Por ejemplo, el acuerdo de
cooperación entre el constructor de automóviles de EE.UU AMC y Renault
proporcionó a la empresa norteamericana una gran inyección de capital y de
experiencia en los coches de tracción delantera y abrió una puerta a la marca
gala al difícil mercado estadounidense.
Pero el cooperativismo ayuda
también a lo contrario. El establecimiento de alianzas entre pequeñas empresas
puede ayudarles a resistir mejor la estrategia de una multinacional que
pretenda arrebatarles una cuota de mercado interna. Por ejemplo
especializándose cada una de las empresas que forman la alianza en un área
concreta del producto o servicio final, de forma que el cliente obtenga una
mayor calidad que la que obtendría acudiendo a la multinacional. Sería
imposible afrontar esta misión por una empresa en solitario.
Lo mismo ocurre a nivel local,
donde la cooperación se ha visto favorecida por el surgimiento de asociaciones
empresariales. Pongamos el ejemplo de Santiago de Compostela que es la ciudad a
la que va destinada esta publicación. Además
es un fenómeno que conozco bien puesto que actualmente formo parte de la
dirección de una asociación de empresarios de Santiago y Comarca, a cuyos
asociados asesoro también jurídicamente en los aspectos relacionados con sus
actividades empresariales.

Por medio de las distintas
asociaciones de nuestra ciudad, los emprendedores y empresarios pueden compartir
conocimientos (por ejemplo conocer un proveedor más eficiente y barato que el
actual), hacer negocios entre ellos (recientemente una empresa de nuestra
asociación llevó a cabo toda la instalación eléctrica de otra de nuestras
socias), pueden abrir nuevos negocios (imaginemos un fisioterapeuta que
colabora con un psicólogo deportivo y juntos pueden ofrecer un servicio
integral a deportistas). Además de lo anterior el pertenecer a una asociación
proporciona cursos continuos de formación, convenios con terceros o bancos (con
descuentos para los socios) y otras ventajas como el asesoramiento
especializado.
Incluso las asociaciones pueden presionar
para la creación de una Ley e influir en la misma. Piénsese que algunas
asociaciones empresariales fueron consultadas a la hora de redactar la Ley de
emprendedores.
El poder del asociacionismo
empresarial es enorme. Por ello todo empresario o emprendedor que quiera llegar
lejos y crecer de forma sostenible tiene que ir acompañado de otras empresas a
las que debe ver como una vía de crecimiento empresarial y no como una
competencia feroz.
Finalmente, me dirijo a todas
esas personas que están leyendo este artículo y que tienen una idea en mente.
Han detectado una necesidad y creen que con su idea pueden satisfacerla.
Les diré que ahora es el momento
de llevar su proyecto a cabo. Nunca antes en este país las administraciones
habían tenido tanta consideración hacia los emprendedores. Nunca semejante
número de recursos de todo tipo habían
estado al alcance de todos. Jamás la publicidad y el contacto con los
consumidores había sido tan directo como con los las redes sociales. Y por
desgracia nunca el acceso a un puesto de trabajo por cuenta ajena había sido
tan difícil.
Por eso les digo que cojan su idea
y la conviertan en una navaja suiza llena de herramientas que les permita
superar cualquier obstáculo, incluso el fracaso, del que nadie habla en este
país pero que es quizás la experiencia de las que más se aprende. Y si algo
tiene el emprendimiento es aprendizaje y crecimiento personal y económico.
No voy a mentir. A veces fracasarán, pero cada vez lo harán menos y mejor. Hasta que un día su “locura”,
aquello que todos les dijeron en el pasado que no hicieran, el sueño al que
dedicaron años enteros de su vida se verá hecho realidad.
Solo me queda desearles mucha
suerte y espero que los proyectos que se lleven a cabo crezcan de forma
sostenible y ayuden a crecer a nuestra amada Compostela.